En un mundo cada vez más acelerado y exigente, cuidar de nuestra salud mental ya no es un lujo, sino una necesidad urgente. La constante sobrecarga de información, el estrés diario y la presión por ser productivos pueden convertir nuestra mente en un campo de batalla. La meditación, lejos de ser una práctica esotérica o exclusiva de unos pocos, se ha convertido en una herramienta clave para quienes buscan serenidad, claridad mental y equilibrio emocional.
En este artículo exploramos cómo la meditación puede ayudarte a calmar la mente, reducir la ansiedad y mejorar tu concentración, permitiéndote rendir mejor en tus actividades diarias y tomar decisiones más conscientes. Una mente tranquila no solo es más feliz, sino también más eficiente.
Ser plenamente conscientes, segundo a segundo, de nuestros pensamientos y sentimientos, de nuestro cuerpo y movimientos, de todo nuestro entorno.
La meditación es una herramienta que sirve para introducirnos en nuestro interior y ver nuestras deficiencias psicológicas, emocionales y físicas, y, desde el conocimiento de lo que somos en realidad, comenzar el camino de nuestra propia recuperación.
Normalmente, vivimos en un estado de tensión y nervios en el que nuestros problemas más profundos quedan enmascarados por otros sucesos más triviales o también por la sucesión de los días en un trabajo y quehacer rutinarios.
Sin embargo, todos/as hemos sentido que el aguijón de la insatisfacción altera nuestro equilibrio emocional sin que sepamos, a ciencia cierta, encontrar el origen concreto de esa sensación de desasosiego, vacío y malestar.
Solo al observar con atención lo que ocurre en nuestro interior, podemos comenzar a deshacer el ruido que nos perturba y recuperar el equilibrio que tanto anhelamos.
Muchas personas viven inmersas en el malestar y el sufrimiento, y culpan de ello a las influencias externas. Muchas de ellas están convencidas de vivir en un mundo hostil y agresivo.
Pero la explicación del comportamiento de las personas que nos rodean puede entenderse desde nuestro propio comportamiento. Por ejemplo, si nuestra actitud es permanentemente sumisa y pasiva, es muy probable que estemos “provocando” con ello la agresividad de los demás.
¿Cómo podemos suprimir las carencias del comportamiento? Desde luego, el simple esfuerzo de la voluntad es insuficiente, pues los comportamientos humanos suelen estar demasiado enraizados en la personalidad más profunda.
La meditación es una forma de acceder al conocimiento de uno mismo y de nuestro entorno, poder así vivir y sentir de una manera adecuada, y de esta forma conocer el bienestar.
Solo cuando dejamos de buscar fuera las causas de nuestro malestar, podemos comenzar a transformarnos desde dentro.
Deberíamos aprender a serenarnos y tomarnos las cosas con mayor tranquilidad si queremos ser felices y tener buena salud.
Todos tenemos el mismo problema: se llama “mente”. Como la creación del Dr. Frankenstein, cuando nuestra mente escapa a nuestro control y “actúa por su cuenta”, puede ser, como mínimo, una cosa molesta y, en el peor de los casos, monstruosa. En el mejor de los casos, puede hacer que nos sintamos molestos, tensos, inquietos, incapaces de relajarnos y disfrutar. En el peor de los casos, podemos convertirnos en enfermos, delincuentes o dementes. Después de todo, ¿qué es la neurosis sino la persecución de nosotros mismos por nuestra mente?, ¿y qué es la psicosis sino la locura homicida de la mente en acción?
Meditar es experimentar el alivio del desasosiego y de la cháchara constante de la mente para sentir el silencio y la paz interior. Hay muchas maneras de lograr esto. En otro apartado, sugeriremos técnicas de meditación —accesos hacia esa paz interior— con las que podremos experimentar para ver cuál se adecua a nosotros mismos.
En realidad, “la mente” como entidad no existe. Si observamos, solo existe una sucesión de pensamientos que es más o menos automática. Estos pensamientos surgen como burbujas salidas de ninguna parte. Algunos nos resultan agradables, otros desagradables y otros neutros en contenido de sentimiento. A veces suelen desaparecer casi de inmediato; otras veces insisten en perdurar en nuestra conciencia, clamando por nuestra atención o acción, de manera obsesiva o persecutoria. Puesto que el sentimiento sigue al pensamiento, puede hacernos sentir cualquier cosa, desde feliz, satisfecho/a o eufórico/a, hasta deprimido/a, desesperado/a o paranoico/a.
Estos pensamientos que, de buen o mal grado, entran en nuestras cabezas afectan a nuestros estados de ánimo, y, puesto que lo que decidimos y hacemos habitualmente surge de lo que estamos sintiendo, también afectan a nuestras acciones y reacciones hacia los demás. Por consiguiente, nuestros pensamientos nos manipulan como a títeres.
Cuando un pensamiento se apodera de nosotros, nos sentimos excitados; en otras ocasiones, somos presa del pánico. Al recordar viejas ofensas, sentimos aparecer la misma antigua ira, como si todo estuviese sucediendo de nuevo. Nuestros pensamientos nos impulsan: vamos de arriba a abajo, damos vueltas y vueltas, de un lado a otro, como ratones en una rueda de molino.
El origen de toda desdicha humana comienza como un pensamiento antes de ejecutarse y de manifestarse en el plano material. Y la meditación es la única forma que tenemos para superar el dominio absoluto que nuestro pensamiento tiene sobre nuestra experiencia y nuestra manera de estar en el mundo.
La esencia de “liberarse del engranaje” es romper la identificación de nosotros/as mismos/as con nuestros pensamientos, para parecernos menos a robots y dejar de ser conducidos por ellos. Darse cuenta del ser que vive detrás del pensamiento, de cómo se crea el pensador con los pensamientos, es tremendamente liberador.
Conseguimos comprender que no tenemos por qué ser perturbados por ninguna película de desastres que se proyecte en la pantalla de la mente, por recuerdos del pasado cargados de melancolía o fantasías del futuro preñadas de fatalidad. Los problemas pueden perdurar, pero ahora llegan a ser hechos que tienen que ser manejados, y serán manejados de manera más eficaz si son vistos con claridad, más que a través de la bruma de sentimientos que suele reunirse en torno a ellos.
La meditación nos permite ver lo que es real más claramente, experimentarlo más directamente, responder a ello en forma más apropiada, tal como el hecho es ahora, sin ser perturbados por lo que nos dicen nuestras mentes acerca de lo que podría o debería suceder, o de lo que aconteció la última vez. Pues nuestras mentes no están en el aquí y en el ahora, sino que se hallan detenidas en el pasado o en el futuro. Tal vez lo más importante que la meditación regular hace por nosotros/as es incrementar nuestra capacidad para vivir en el momento, realzando nuestra experiencia de lo que está sucediéndonos.
En realidad, nos ayuda a “perder nuestras mentes y llegar a nuestros sentidos”; otro modo de decirlo es que nos hace sentir más vivos, más plenamente “aquí y ahora”.
Liberarse del dominio de los pensamientos es el primer paso para vivir con claridad, paz y verdadera presencia.
Formado en Coaching para el desarrollo profesional y personal. Naturópata, Maestro de Reiki, Meditación y Mindfulness.
Socio fundador de la Asociación Naturaleza y Vida. Compagino mi trabajo con la impartición de terapias y formación en Reiki, Meditación y desarrollo personal.